Entre el amianto y el pipi-can

13/05/2021 | www.lavanguardia.com

“Soy más optimista desde que dejé Twitter”. Se fue hace un mes y sus todavía 917.000 seguidores ya pueden esperar. Ada Colau no piensa volver. ¿Para qué? En el cara a cara dice que hay menos insultos, menos tensión y menos diálogos sordos. Mejor la calle. Mejor un desayuno en un bar, como el de ayer en El Pozo, en el barrio de la Prosperitat. “Colau, ¡yo a usted la conozco!”, le dice José Vicente, el vecino que desayuna en la mesa de atrás, encantado de compartir espacio y luego foto con la alcaldesa. Y ella más encantada todavía.

En su particular desescalada y con el alivio de las medidas anticovid, Ada Colau decidió abandonar tres mañanas a la semana el despacho para pasearse por un barrio. La agenda queda bloqueada. La alcaldesa se ha excusado, por ejemplo, con un embajador de India, “pero los barrios también son importantes –dice– siempre hay cosas importantes…”. Esta semana es el turno de la Prosperitat (26.000 habitantes), en Nou Barris. Antes se paseó por Sant Andreu, Poble Nou, Horta o, anteayer, Gràcia. El objetivo es recorrer treinta barrios antes del verano. Sin convocatorias, casi de incógnito.

Tres mañanas a la semana, Colau bloquea la agenda para visitar un barrio; quiere recorrer treinta antes del verano

La ruta arranca junto a la calle Pablo Iglesias (casualidad), en el bar El Pozo. Jordi, su propietario, asegura que por este local y en el otro que tuvo han pasado varios alcaldes: “Maragall, Hereu… y a la Colau ya la había visto por aquí, en un desahucio en esa calle de allí”, dice. “Hace años de esto, pero sí, a Nou Barris vinimos cientos de veces, fue una de las zonas más castigadas… ¿Cómo va ahora?”, pregunta ella.

“Lo hemos pasado muy mal, y el otro día… un despiporre, el botellón es lo peor, habría que mantener el toque de queda”, opina Jordi. Y Colau cree que el desmadre fue una explosión puntual… pero que si no fuera porque no es partidaria de prohibir sí que mantendría cosas como replegarse antes y europeizar el horario, “estaría muy bien, conciliaríamos mejor”. Seguimos.

Todos los recorridos arrancan en un colegio y luego, según la zona, un proyecto particular, que si el mercado del Poblenou, la rambla de Sant Andreu, o El Jardí del Silenci en Gràcia. En la Prosperitat será el Casal de Joves, instalado en barracones y pendiente de un traslado que se está haciendo eterno. En cada barrio, una anfitriona. Aquí, Carol Recio.

En la escuela no la esperaban. La cita era con la comisionada de Educación pero los directores y jefes de estudio del colegio La Prosperitat y del IES Galileo Galilei no desaprovechan la ocasión: este verano, por fin, comienzan las obras para retirar el amianto de la cubierta de la escuela, “¿y cuándo comenzarán las obras del resto? Queda la fachada, las ventanas…”. Colau tampoco desaprovecha su ocasión: “Primero el amianto, luego seguiremos con la reforma integral, que asumimos nosotros, pero que en realidad debería pagar la Generalitat, que tiene las escuelas de la ciudad olvidadas, también las tenía el anterior Ayuntamiento…”.

De camino al Casal de Joves, la ruta discurre junto al primer parque adaptado del barrio (inaugurado, claro, bajo su mandato). Se acercan decididas dos mujeres: “¿Alcaldesa? Somos profesoras de la escuela Prosperitat, ¿cuándo comenzarán las obras para retirar el amianto? ¿Y las persianas? Y….”. Y Colau charla con ellas hasta que Carol la estira hacia el Casal de Joves.

“La Prospe es mucha Prospe”, concluye Colau. “¡Oiga! Yo la voto, pero el pipi-can… siempre está sucio, el mantenimiento es fatal. Todo lo demás bien, ¿eh?”, dice una vecina, contenta de saludar. Ni un insulto, ni una mala palabra en toda la mañana; “cara a cara siempre se puede discrepar, pero puedes argumentar”, sostiene Colau. No como en Twitter. Instagram es otra cosa. El mejor perfil, en el momento ideal. Ahí sí.